Recientemente
han condenado –dos veces– a Eurobox,
S.A., más conocida como www.CIRCUS.es
, por la extendida –e ilegal– práctica de anular apuestas alegando supuestos
errores (y milongas varias).
Esta
vez ha sido el Magistrado-Juez D. Joaquín Femenía Torres, del Juzgado de Primera Instancia nº 4 de los de Gandía, quien ha dictado otras dos sentencias condenado nuevamente la
anulación unilateral de apuestas por parte de los operadores españoles.
El
cliente ha estado contándome el desarrollo del juicio, y el reprochable
comportamiento de la otra parte durante todo el proceso, por lo que estoy un
poco indignado, incluso diría que encabronado. Así que vamos a comentar (no
tan) amistosamente lo ocurrido. Me centraré fundamentalmente en la valoración
moral de su conducta, puesto que de la valoración legal ya se ha encargado –dos
veces– el juez.
Después
de ver como ciudadanos honrados, que jamás habían demandado (ni habían sido
demandados) con anterioridad, se ven obligados a pedir el amparo judicial, por
la inacción -y la abierta hostilidad, en no pocos casos- de las instituciones
creadas expresamente para velar por
sus intereses (DGOJ), la gota que colma el vaso, es que me cuenten los excesos
de la defensa en la sala, y sus aledaños. Por ahí vamos mal, muy mal.
Entiendo
que a las casas de apuestas no les guste que las condenen una y otra vez, pero
la manera de evitarlo no es perder las formas, sino ofrecer un servicio legal y
justo: no hagas nada ilegal, y no tendrás que preocuparte de las condenas. No
es tan difícil de entender, ¿verdad?
Imaginaos
las condiciones a las que se han visto sometidos estos clientes por parte de los
operadores españoles, para que personas que nunca habían denunciado nadie (ni a
bancos, ni a eléctricas, ni a compañías telefónicas,…), hayan tomado la
decisión de denunciar, por primera vez en su vida, a casas de apuestas. Creo
recordar que todos los casos publicados en el blog son de demandas presentadas
por ciudadanos que jamás habían acudido a un juzgado. La inmundicia en la que
está sumido este sector, aceptada -e incluso consentida- por la DGOJ, debería
hacer reflexionar a más de uno; pero por supuesto aquí no va a reflexionar
nadie, ya que no tienen ni la capacidad ni la voluntad para hacerlo.
A
día de hoy en España solo te permiten apostar si aceptas contratos con
cláusulas absolutamente leoninas, abusivas, arbitrarias, ilegales -según varios
jueces-, y no hay más: lo tomas o lo dejas. No conozco ni una sola casa de
apuestas que ofrezca un servicio justo a sus clientes, ni una. Que esto se
considere “normal” en un sector regulado, en un país mínimamente avanzado, es
preocupante.
Entremos
ya en materia. Circus es una empresita que hace unos meses sorprendía con una
actitud prepotente, muy prepotente (más de lo habitual en una casa de apuestas,
que ya es decir), sin mostrar interés alguno por atender las legítimas
reclamaciones de sus clientes, que por momentos incluso podría confundirse con
un insólito empeño por enfrentarse en un juicio con ellos; para que nos
entendamos, con esa actitud de “alégrame el día”, apropiada para el inspector Harry
Callahan, pero absolutamente fuera de lugar en este caso, ya que hay que ser
muy duro para tener esa actitud y no
parecer ridículo (como veremos).
No
quiero herir innecesariamente los sentimientos de nadie, pero creo que los
dirigentes de Circus necesitan urgentemente que les administren una pequeña dosis
de realidad. Puede que al mirarse al
espejo se vean a sí mismos como a un pletórico Clint Eastwood empuñando su imponente
Magnum 44, pero simplemente son unos individuos que regentan una empresita que
se dedica a racanear 400 euros a clientes que ganan apuestas; y eso señores no
es ser un tipo duro precisamente, al menos no en este universo (aunque puede
que sí lo sea en esa dimensión paralela en la que parecen vivir las casitas de
apuestas).
El
caso es que Circus, con esta actitud irreflexiva e imprudente, ha cosechado un
buen número de demandas por toda España, de las que está empezando a recolectar
sus frutos (quien siembra vientos,
recoge tempestades).
Quedaba
la duda de saber si los chicos de Circus realmente eran unos tipos tan duros, si eran más listos que Bet365, Bwin y compañía, si tenían algún as en la manga,…, o si sencillamente
eran unos insensatos. Y con esta incertidumbre
llegábamos a los primeros juicios de esta casita de apuestas, el 11 de
septiembre.
En
primer lugar, de su extensa y farragosa respuesta por escrito a la demanda, me
gustaría destacar un párrafo muy concreto, que nos permite bautizar su
estrategia de defensa como el follandito, que consiste básicamente
en quitarle importancia a cualquier asunto, por grave que este sea.
Recibe
su nombre de este viejo chiste (que no es que me haga gracia, pero describe a
la perfección la defensa planteada por Circus en este caso):
Una mujer que está con su amante en el
dormitorio, se da cuenta de que su marido está abriendo la puerta, y le dice:
-Mujer: Bueno mira, ya
hay tiempo para esconderte, nos va a pillar, así que, cuando entre, tú quítale
importancia al asunto.
El marido entra y se queda mirando
extrañado:
-Marido:
¡Pero bueno!, ¿qué hace usted aquí?
-Amante: ¡Pues ya ve!, ¡aquí, follandito!
En
su respuesta dicen, literalmente, de todo (el cliente es experto, profesional,
sabe demasiado,…), y muchos de sus risibles argumentos ya se habían esgrimido
en anteriores juicios de otras casas de apuestas, por lo que no voy a
reproducirlos aquí nuevamente. El hecho diferencial en este caso es que Circus presume alegremente –nada menos que en
un juzgado– de que SOLO ha anulado 5 de
las 200 apuestas realizadas por el cliente desde su registro en esa casita.
¿Solo 5 de 200?, ¿solo?, ¡solo!, ¡¡¡solo!!!
Y teniendo en cuenta que el cliente no habrá ganado las 200, y por tanto no habrán generado el derecho a cobrar ganancias buena parte de ellas, el porcentaje de impagos aún sería más escandaloso (puede que 5 de 120 o incluso peor).
Como siempre os digo, no tenemos más que establecer comparaciones con otros sectores (donde hay empresarios serios, de los de verdad, de los que asumen riesgos y aceptan responsabilidades), para ser plenamente conscientes de la magnitud de los disparates que las empresas del sector del juego nos quieren hacer creer que son “normales”.
Afortunadamente
las casas de apuestas no se dedican a nada que te pueda costar –directamente
(puesto que indirectamente sería un tema a debatir, ya que la ludopatía se
considera la adicción que más suicidios provoca)– la vida, y lo más grave que te
puede ocurrir ante uno de sus (supuestos) errores, es no te
paguen las ganancias acordadas. Si se dedicasen a otras especialidades
directamente relacionadas con la seguridad o la salud, viendo su nivel de
tolerancia y complacencia con los (supuestos) errores graves, la humanidad ya
se habría extinguido hace mucho tiempo.
Veamos
un par de ejemplos de cómo sonarían estas disparatadas afirmaciones de boca de
empresarios de verdad:
-
Un gran empresario del sector del automóvil (Seat, Citroën, Mercedes, Renault,
BMW, Subaru,..., elige la marca que más te guste): “Solo 5 de cada 200 coches salen de nuestra factoría con problemas
graves de frenos (u otro elemento sensible del coche)”. “Además el conductor
era experto, por lo que tenía que
haber detectado la deficiencia en la recta, y podía haber realizado alguna
maniobra para no despeñarse por el
precipicio”. “Y en la cláusula 58, punto 3º, apartado f) pone claramente que si
fallan los frenos del coche, nosotros no nos hacemos responsables, a pesar de
que desempañamos una actividad profesional con la cual nos lucramos desmedidamente”. “En vista de lo cual no asumimos responsabilidad
alguna en lo ocurrido, y esperamos que los únicos perjudicados por nuestros
errores sean los clientes, a los que además no dudaremos en criticar duramente
si quieren reclamar sus derechos”.
-
El dueño de un pequeño restaurante que hay cerca de tu casa: “Solo 5 de cada 200 clientes que pasan
por nuestro local se intoxican”. “Además el cliente es un experto que come
todos los días, por lo que tendría que haber detectado la anomalía en el sabor
de los alimentos, y haber dejado de comer”. “Y en la cláusula 39, punto 2º,
apartado h) pone claramente que si alguien se intoxica con nuestros platos,
nosotros no nos hacemos responsables, a pesar de que desempañamos una actividad
profesional con la cual nos lucramos”. “En vista de lo cual no asumimos
responsabilidad alguna en lo ocurrido, y esperamos que los únicos perjudicados
por nuestros errores sean los clientes, a los que además no dudaremos en
criticar duramente si quieren reclamar sus derechos”.
Como
veis, tanto en el caso de una empresa multinacional como de un pequeño negocio,
este tipo de discurso resultaría absurdo y desacreditaría definitivamente a su
autor; de hecho no creo que ningún profesional con un mínimo de orgullo y
dignidad, se atreviese a utilizar el adverbio solo precediendo a ese cinco.
Pues
cuando oigáis a un (supuesto) empresario del sector del juego diciendo lo mismo,
deberíais pensar que es igualmente absurdo.
No
estamos hablando de un chaval que para pasar el rato tira bolas de papel a una
papelera (en cuyo caso sería un índice de acierto incluso notable), estamos
hablando de una empresa que está prestando un servicio con el que gana mucho
dinero, y no solo tienen un índice de (supuestos)
errores graves, inaceptable en un profesional (ellos sí que son
profesionales y no sus clientes como pretenden hacer creer a los jueces, sin
mucho éxito por cierto), sino que además pretende no asumir responsabilidad alguna por los mismos, porque son… ¿pocos?
¿En qué mundo vive esta gente? ¿Esto es una empresa o es una broma?
Si
cliente les ha pagado religiosamente las 200 apuestas, por anticipado, y sin
excusa alguna, ¿por qué se creen con derecho a no pagarle 5? Y lo que es peor,
si 5 aún les parece poco, ¿qué cantidad de apuestas podrían dejar de pagar antes de
que el cliente tuviese derecho a reclamar? ¿10, 50, 100,…, las que le dé la real gana?
No
sabía yo que pocos o “solo 5” fuese un eximente completo de responsabilidad. Si
en temas penales aplicasen este criterio invocado por Circus, esto iba a ponerse
de lo más cómico. Te imaginas a un ladrón diciéndole al juez: “es mi primerito
atraco del mes, y este año solo llevo 5; y tiempo he tenido de haber robado 20
ó 30 bancos, pero soy buena persona y me conformo con poco, así que tan amigos
y cada uno a su casa”. O mejor aún te lo imaginas sorprendido en pleno atraco
diciéndole al guardia civil: “aquí, atracandito“.
Con
todo, a mí lo que realmente me preocupa es lo que en ambientes menos formales
que un tribunal pueden llegar a decir estos (supuestos) empresarios; si ante un
juez fachendean de un índice de (supuestos) errores graves que en cualquier
otro sector abocaría a un vergonzante cierre, no quiero ni pensar en qué dirán
cuando están entre amigos o en las reuniones de los gerifaltes del sector. Las
conversaciones tienen que ser épicas, creo que podrían llegar a rivalizar con los
diálogos Patricio-Bob Esponja o Darwin-Gumball, en cuanto a coherencia y
sensatez.
Puede
que esto explique, al menos en parte, la desenfrenada carrera por perfeccionar
la inteligencia artificial, ya que la
inteligencia natural parece abocada a
la desaparición.
Sin
duda, los dirigentes de las casitas de apuestas “.es” son la prueba viviente de
que la inteligencia humana está en franca decadencia. De hecho en sectores como
el del juego, ya puede declararse oficialmente extinta; venga, ya lo hago yo: ¡Españoles!,
la inteligencia (en el sector del juego) ha muerto. De la decencia, mejor ni
hablamos.
Obviamente
me refiero a las personas que tienen realmente capacidad de decisión en estas
empresas (la mayoría de los empleados,
como el que te atiende en el mostrador de un local, no es quien diseña la
estrategia de actuación de la casa ni el responsable de estos abusos).
Y
no lo digo solo por este juicio, sino que es algo generalizado y, si tengo
tiempo, algún día me gustaría plantear una reflexión mucho más amplia al
respecto.
El
caso es que tras estas dos condenas, Circus adelanta con una rápida maniobra a
todas sus rivales y se pone casi a tiro
de DRS* de Bet365, que hasta hace pocos días lideraba con autoridad la
clasificación de empresa más condenada en España (por estos temas); en
cualquier momento podrían conseguir una tercera condena que convertiría a los
chicos de Circus en claros candidatos a tan deshonroso título.
Ya
sabéis: si algún día os levantáis con ganas de apostar en Circus, volved a la
cama hasta que se os pasen.
Buenos
tardes y buena suerte. Disfrutad del fin de semana.
(*)
Si eres una persona seria, honrada y cabal, de las que ve la F1 los domingos,
no tengo que explicarte lo que es.
Si
eres uno de esos degenerados que piensa que solo son coches dando vueltas, usa
Google ;). Resumiendo: cuando te acercas a menos de un segundo (una sentencia,
en este artículo) del coche que te precede, puedes activar -en determinadas
zonas del circuito- el DRS, que te permite aumentar tu velocidad para intentar
facilitar los adelantamientos.
Como siempre magistral.
ResponderEliminarEste mundillo está en deuda contigo. De nuevo gracias.
Hola.
EliminarMe alegro de que te guste el artículo. Es el mundillo del sector del juego el que está en deuda con la sociedad.
A mí me gustaría haber ayudado más, pero es que resulta una tarea inabarcable, especialmente para una sola persona. Yo apenas he arañado la superficie del problema y todo es mil veces peor de lo que esperas.
-De las casas de apuestas (que es lo que más trato en el blog) poco hay que añadir, son lo peor de lo peor.
-Lo de la Administración (particularmente la DGOJ, pero también otras autoridades) consintiendo, amparando e incluso elogiando a las empresas este sector, es absolutamente vergonzoso.
-Lo de Hacienda, ensañándose con los apostantes -anteriores a 2012 especialmente-, de la que por desgracia tanto sabes, es absolutamente incomprensible.
-El silencio cómplice de los medios que o no hablan, o lo hacen para desinformar y confundir, a cambio de no perder sus ingresos publicitarios, no deja en buen lugar a los gigantes de la comunicación.
Y así con todo lo que relacionado con este sector, que parece tener la capacidad de pudrir y corromper todo aquello que toca.
Solo los jueces parecen tener el valor y la integridad para plantar cara a estas multinacionales, que tienen dinero e influecia más allá de lo imaginable.
La tarea de jueces y jugadores, para "arreglar" este sistema viciado, contra todo y contra todos, si finalmente da sus frutos, sería memorable.
Saludos, y suerte