Ocio,
diversión, entretenimiento. Perder dinero en las casas de
apuestas, los casinos, los bingos y las salas de poker es divertido y emocionante. Se escuchaba en la sala de
condicionamiento... Así
podría comenzar un libro llamado Un juego
feliz.
Pero ni yo soy Aldous Huxley, ni las casas de apuestas utilizan técnicas hipnopédicas para inculcar sus perniciosos valores (como ocurría en Un mundo feliz).
En realidad, recurren fundamentalmente a tres actores bien diferenciados (y perfectamente complementarios) para desarrollar su infame campaña de adoctrinamiento: las propias casas de apuestas, la Administración Pública y los grandes medios de comunicación.
Pretenden, en contra de toda lógica, desvincular las apuestas de la posibilidad de ganar o perder dinero, elemento esencial de las mismas (sin cuya existencia no tienen razón de ser), para equipararlas, a formas de ocio, diversión y entrenamiento, de naturaleza y finalidad completamente distintas (como ir al cine o a un concierto), obviando las particularidades y riesgos de esta actividad, potencialmente tan adictiva, de manera que se identifique, sin dejar lugar a dudas, juego (con dinero) y diversión.
Esta delirante pretensión de las casas de apuestas no obedece a un mero capricho, sino a una decisión estratégica, ya que ostentar tal consideración (de simple actividad de ocio tan divertida) les permitiría:
- a nivel legal, seguir disfrutando de la actual “barra libre” publicitaria (sin apenas restricciones, especialmente en su versión online), posibilitándoles mantener un ritmo de captación de clientes adecuado a su desmedida avaricia,
- a nivel social, dirigirse a todas las esferas de la sociedad, sin distinción de raza, edad (por encima de los 18), sexo,..., de manera que se asuma que el juego (apuestas) es para todo el mundo, consiguiendo que la propia presión de grupo influya en que nuevos jugadores apuesten,
- a nivel individual, llegar a conseguir que el jugador "necesite" apostar; algo especialmente perceptible en las apuestas deportivas, donde muchas personas reconocen que "les falta algo" si ven un partido sin realizar ninguna apuesta, e
- incluso "justificar" comportamientos -como mínimo- poco éticos, como el de limitar o expulsar a los ganadores e incentivar a los perdedores, con lo que ello implica.
Si hoy nos cuesta entender cómo las Tabacaleras pudieron lograr que, durante siglos, fumar fuese considerado un hábito socialmente muy bien visto, e incluso una práctica saludable (recomendado por los propios médicos para curar, entre otras enfermedades, diversas afecciones pulmonares); dentro de unos años, nos parecerá un logro menor comparado con la descomunal capacidad de manipulación exhibida por las casas de apuestas. Y es que, partiendo de premisas absolutamente irracionales, quieren convencernos, de que el juego es una fuente inagotable de emoción y diversión, cuando tal y como la desarrollan los actuales magnates (me ha costado decidir el orden de la n y la g) del sector, es más bien fuente de problemas.
Obviamente, cuando alguien pretende que semejante disparate, no solo sea aceptado, sino que se convierta en el dogma imperante, ha de planificarlo todo a la perfección, respetando los principios fundamentales de la propaganda, con tal fidelidad que despertaría la admiración del mismísimo Herr Goebbels. ¿Os parece exagerado? Seguid leyendo, por favor.
Pero ni yo soy Aldous Huxley, ni las casas de apuestas utilizan técnicas hipnopédicas para inculcar sus perniciosos valores (como ocurría en Un mundo feliz).
En realidad, recurren fundamentalmente a tres actores bien diferenciados (y perfectamente complementarios) para desarrollar su infame campaña de adoctrinamiento: las propias casas de apuestas, la Administración Pública y los grandes medios de comunicación.
Pretenden, en contra de toda lógica, desvincular las apuestas de la posibilidad de ganar o perder dinero, elemento esencial de las mismas (sin cuya existencia no tienen razón de ser), para equipararlas, a formas de ocio, diversión y entrenamiento, de naturaleza y finalidad completamente distintas (como ir al cine o a un concierto), obviando las particularidades y riesgos de esta actividad, potencialmente tan adictiva, de manera que se identifique, sin dejar lugar a dudas, juego (con dinero) y diversión.
Esta delirante pretensión de las casas de apuestas no obedece a un mero capricho, sino a una decisión estratégica, ya que ostentar tal consideración (de simple actividad de ocio tan divertida) les permitiría:
- a nivel legal, seguir disfrutando de la actual “barra libre” publicitaria (sin apenas restricciones, especialmente en su versión online), posibilitándoles mantener un ritmo de captación de clientes adecuado a su desmedida avaricia,
- a nivel social, dirigirse a todas las esferas de la sociedad, sin distinción de raza, edad (por encima de los 18), sexo,..., de manera que se asuma que el juego (apuestas) es para todo el mundo, consiguiendo que la propia presión de grupo influya en que nuevos jugadores apuesten,
- a nivel individual, llegar a conseguir que el jugador "necesite" apostar; algo especialmente perceptible en las apuestas deportivas, donde muchas personas reconocen que "les falta algo" si ven un partido sin realizar ninguna apuesta, e
- incluso "justificar" comportamientos -como mínimo- poco éticos, como el de limitar o expulsar a los ganadores e incentivar a los perdedores, con lo que ello implica.
Si hoy nos cuesta entender cómo las Tabacaleras pudieron lograr que, durante siglos, fumar fuese considerado un hábito socialmente muy bien visto, e incluso una práctica saludable (recomendado por los propios médicos para curar, entre otras enfermedades, diversas afecciones pulmonares); dentro de unos años, nos parecerá un logro menor comparado con la descomunal capacidad de manipulación exhibida por las casas de apuestas. Y es que, partiendo de premisas absolutamente irracionales, quieren convencernos, de que el juego es una fuente inagotable de emoción y diversión, cuando tal y como la desarrollan los actuales magnates (me ha costado decidir el orden de la n y la g) del sector, es más bien fuente de problemas.
Obviamente, cuando alguien pretende que semejante disparate, no solo sea aceptado, sino que se convierta en el dogma imperante, ha de planificarlo todo a la perfección, respetando los principios fundamentales de la propaganda, con tal fidelidad que despertaría la admiración del mismísimo Herr Goebbels. ¿Os parece exagerado? Seguid leyendo, por favor.
“Principio de Orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”.
Aquí
las casas de apuestas siempre han tenido claro que ocio, diversión y entretenimiento, deberían ser las
palabras y conceptos elegidos.
Algo
muy simple y, aparentemente, deseable, que podría calar con facilidad entre el
público; al fin y al cabo, ¿quién va a estar
en contra de divertirse?
Como
ejemplo, no voy a utilizar campañas publicitarias (porque alguien podría pensar
que en los anuncios siempre se “exagera” un poco), sino capturas extraídas de
las secciones de Juego Responsable
de varias casas de apuestas:
Como
veis, indican expresamente que:
-Apostar
no es una forma de ganar dinero.
FALSO, precisamente apostar sí es
una forma de ganar, o perder, dinero; eso no es una opinión, es un hecho
incontrovertible.
-Hacen
una diferenciación (irreal y malintencionada) oponiendo el juego como ocio y como problema. FALSO, jugar como ocio puede desencadenar tantos o más
problemas que jugar con otra motivación, luego lo veremos.
-Se
muestran partidarios de respetar los derechos de quienes jueguen para su entretenimiento. FALSO, quienes no jugamos para divertirnos también
tenemos derechos que merecen ser respetados, no somos ciudadanos de segunda
clase.
Mención
especial merece Paf
que textualmente, y con una inaudita desfachatez, declara que: “El objetivo es descubrir desviaciones o
comportamientos de juego negativos. Tenemos un equipo que trabaja con estas
cuestiones y su objetivo es contactar lo
más pronto posible con aquellos clientes que se estima se encuentran en la zona de riesgo. Todos los
clientes que ganan más de 20000 euros son contactados por nosotros. En
ese contacto siempre se incluye la
recomendación de bloquear la cuenta de juego”.
Es
algo tremendo. Los que pierden dinero, no están zona de riesgo, no son
contactados, no se les recomienda bloquear la cuenta,…, no hay un plan de
intervención rápida para quienes pierdan (cualquier cantidad). La base de su
política de Juego Responsable es vigilar y bloquear a los que ganan dinero, ¿y los
que pierden dinero?, que se jodan, ¿no?
Todos
sabemos que las casas de apuestas limitan y expulsan a los ganadores, e
incentivan a los perdedores, pero que encima presuman de ello y lo consideren la
medida estrella de su política de juego responsable, es demencial. Aún querrán
que les demos las gracias por su gran labor social.
Y,
pásmense ustedes, Paf fue finalista
en los premios del sector (Jdigital) en la categoría de Mejor iniciativa de Juego
Responsable del año 2015 (galardón recibido por la DGOJ, de la que hablaremos ahora).
Si este es el mejor operador en esta especialidad, ¡¿cómo serán los otros?! Por
cierto, menudo palmarés, DGOJ, Paf,…, con Rato, Blesa y Urdangarín ya completarían un buen repoker.
Jugar por ocio, diversión y
entretenimiento, no
es una alternativa, es una imposición
hoy en día.
Cualquier
otra motivación para jugar, como ganar dinero, debe considerarse irresponsable, problemática, no conforme a derecho,
arriesgada, negativa,…, y ha de estigmatizarse
a quienes tengan tan “aviesas” intenciones. Esto no es ficción, es España,
año 2016 d.C.
Y,
como digo, esto no es producto de la desafortunada creación de algún publicista
alocado, es una meditada declaración de intenciones de los casinos, que plasman
deliberadamente en sus respectivas webs.
Además
hoy en día, gracias a internet y, particularmente, a las redes sociales, los
operadores de juego pueden hacer llegar sus mensajes a los (actuales y
potenciales) clientes de forma directa e interactiva. Un rápido repaso por las
cuentas de Twitter o Facebook de algunos operadores, confirman claramente cuáles
son las ideas que pretenden transmitir. No pondré ejemplos concretos para que
nadie piense que disfruto ensañándome innecesariamente con los community manager. (En este artículo identificaré a los
máximos responsables de la situación actual).
Incluso
un trabajador de uno de estos salones de apuestas, me reconocía que estas son precisamente
las palabras que más le repite a él su propio jefe. Y es que también han de persuadir
a sus propios empleados para que estos transmitan la información con el
entusiasmo debido.
Cuando
inauguran salones de apuestas o casinos, siempre les gusta hablar de que
“amplían la oferta de ocio” de la ciudad de turno, porque, por si aún no os
había quedado claro, ellos “ofrecen servicios de ocio”.
Hay que repetirlo una y otra vez, en cualquier momento y en cualquier
lugar, de forma que los conceptos apuestas
y ocio, queden indisolublemente ligados,
para que nadie se atreva a cuestionarlo.
No
olvidemos que una mentira repetida mil
veces, se convierte en verdad.
“Principio
de la verosimilitud. Construir argumentos a
partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de
informaciones fragmentarias”.
Permitidme
que me extienda en este punto clave.
Aquí
la Administración, y más
concretamente la Dirección General de Ordenación
del Juego (y organismos afines) juega un papel decisivo, ya que no solo es
una fuente supuestamente independiente, sino que representa una
figura de autoridad en el sector
(como podían ser los médicos en el caso del tabaco), por lo que se presume que
sus opiniones son objetivas y veraces, algo fundamental para dar credibilidad a cualquier información.
Desgraciadamente
este Regulador (que nunca ha actuado
como tal), adopta roles más propios de Relaciones
Públicas de las casas de apuestas, que de funcionarios públicos.
Veamos
un par de ejemplos muy claros de cómo, en documentos oficiales, se plasma literalmente esta absurda idea promovida por
las casas de apuestas:
1.-
En el año 2013 el Consejo Asesor de Juego Responsable (CAJR en lo sucesivo) aprobó
la Estrategia de Juego Responsable en España publicada en la web
de la >DGOJ<,
donde, tras citar diversos informes de las más
variadas conclusiones (cuyo rigor y acierto se podría también cuestionar), se posiciona y afirma categóricamente
que “el Juego
Responsable implica una decisión informada y educada por parte de los
consumidores con el ÚNICO
objetivo del entretenimiento, la distracción y en el cual el valor de las
apuestas no supera nunca lo que el individuo se puede permitir. […] el juego responsable sería una actividad de RELAX y entretenimiento”. Sencillamente
brutal.
En
toda mi vida jamás he conocido a nadie a quien las apuestas le produzcan un
efecto relajante. ¿En qué mundo viven quienes suscriben tal falacia?, y además
por unanimidad, para vergüenza y oprobio de algunos de sus miembros, de los que
cabría esperar algo más.
Ya
puestos, podrían haber completado el despropósito, ¿apostar sería tan relajante
como ir a un balneario o como tomar una relaxing
cup of café con leche in Plaza Mayor?
Y, para que nadie piense que se trata de un inocente
error, también afirman que practicar el juego responsable ha de hacerse con el único objetivo del
entretenimiento. Esto es gravísimo
ya que, tal y como está redactado, implica necesariamente
que tener cualquier otro objetivo a la hora de apostar (como ganar dinero, por ejemplo) no se considera responsable, coincidiendo (y no por casualidad) con el argumentario
expuesto por las casas de apuestas. ¿Quiénes se creen estos sujetos para
calificarme de irresponsable por tener un comportamiento sensato?
Todo el documento no es más que un ofensivo
y vergonzante discurso fraudulento
en el que, maliciosamente, se introducen conceptos equívocos, aprovechando la
polisemia de la palabra juego, para
llegar a conclusiones surrealistas.
Juego,
o jugar, tienen unas 20 acepciones, y esto lo aprovechan para construir
razonamientos absolutamente delirantes en los que se pretenden atribuir los
mismos beneficios a todos los juegos, sin distinción alguna.
Como
mínimo, y por simplificar, deberíamos hacer una distinción, natural y lógica,
entre en los juegos en los que media
interés o juegos con dinero (como las tragaperras), y juegos en los que no media interés o juegos sin dinero (como el
escondite). Pero los prestigiosos
profesionales del CAJR tienen un especial interés en no hacer diferenciación
alguna, y les gusta “jugar” con las palabras para intentar justificar lo
injustificable. Lo mismo da un adulto solo jugando a las Slots, que doce niños
jugando al fútbol, que cuatro jubilados jugando al tute,…, todo parece ser
igual de beneficioso para los participantes.
Veamos unos ejemplos de lo que quiero decir, extraídos de
este documento:
a) Se habla de beneficios sicológicos de jugar en
personas mayores, afirmando que “jugar de forma controlada, divertirse y escapar de las dificultades físicas y emocionales, asociadas a la
edad avanzada, pueden ser actividades altamente gratificantes”.
Comparar a unos ancianos charlando y jugando una apacible partida
de dominó, con jugar a las tragaperras, es
tan estúpido como grotesco. Supongo que los estudios
citados se referirían más a lo primero, que a lo segundo, que es precisamente
lo que deben regular.
Curiosamente la DGOJ ha elaborado un >Test de JuegoResponsable< donde responder que juegas para evadirte de algún problema, es motivo suficiente para suspender el mismo.
Empiezan a copiar y pegar sin sentido alguno para confundir a los lectores, y al final acaban por confundirse ellos mismos.
Jugar para evadirse es malo en el Test de Juego Responsable, y bueno en la Estrategia de Juego Responsable. Esta incoherencia la apunto a título meramente anecdótico, y para que veáis la credibilidad real que tienen estos individuos. No tienen ni idea de lo que dicen.
b) Se habla de que el juego parece ser una actividad estrechamente vinculada a los valores sociales, citando las rifas benéficas. Los actos benéficos (bajo la forma de rifa, cena,…), donde lo fundamental es la causa a la que se pretende ayudar, es obvio nada tienen que ver con la prestación de servicios de juego a cambio de dinero, pero lo dejan caer, y si cuela, cuela.
Comparar las bondades de un evento altruista, con jugar a la ruleta, es simplemente ridículo.
c) Se afirma que “para muchas personas, el juego es una actividad de ocio y un agradable entretenimiento. Para algunos, sin embargo, la participación en juegos puede conllevar problemas”, sugiriendo (y repito que no por casualidad) la misma distinción falsa y carente de todo fundamento, que proponían las casas de apuestas, oponiendo juego como ocio y juego que causa problemas, cuando considerar el juego (apuestas) como ocio es lo que puede desencadenar con mayor facilidad dichos problemas.
La consideración del juego como ocio solo está justificada en el caso de los juegos en los que no media interés, pero nunca en la prestación de servicios de juego (apuestas, poker, casino, bingo,…) por parte de empresas, que es lo único que debe regular la DGOJ.
Jugar CON dinero, siempre debe hacerse POR dinero (siendo muy consciente de que también se puede perder). Nunca se debe olvidar que jugar CON dinero siempre supone un riesgo, y no ha de tomarse a la ligera.
Hay que recordar que la Ley del Juego, como dice en su preámbulo, surge fundamentalmente de la necesidad de regular el creciente mercado del juego online, por lo que no tiene sentido que el Regulador divague sobre otros temas que no les competen, y además los aproveche para intentar argumentar sus incomprensibles decisiones.
No voy a detenerme más en ese tema, pero sería muy conveniente dejar de referirse a este sector como “del juego”, por ser un concepto demasiado ambiguo y genérico. Tal vez “sector de las apuestas” sería más apropiado, para no dar pie a malintencionados equívocos.
De hecho durante casi todo el artículo utilizo los términos casas de apuestas o casinos para referirme al conjunto de las empresas del sector (salas de poker, bingos, casinos y casas de apuestas), ya que citar las cuatro en cada párrafo haría la lectura mucho menos fluida, y empresas del sector del juego no me parece lo más adecuado como acabo de explicar. Iba a utilizar solo casas de apuestas, pero quedaba muy repetitivo, y he alternado esta denominación con casinos. Pequeñas “licencias literarias” para hacer más amena la narración, sin desvirtuar el contenido.
2.- En el Proyecto de Real Decreto de Comunicaciones Comerciales de las Actividades de Juego y de Juego Responsable, publicado también en la web oficial de la >DGOJ<, no es más que un burdo intento de dotar de rango legal a los retorcidos y perjudiciales eslóganes de las casas de apuestas.
Como acabamos de analizar pormenorizadamente el tema, simplemente voy a citar un par de párrafos, para que veáis que es más de lo mismo, y que inciden en la misma falacia.
En primer lugar se constata que la forzada asociación de juego y diversión, no es casual, y lo único que pretende es legitimar excesos publicitarios que nunca se deberían permitir.
Estas son algunas de las perlas que, para que no quepa duda alguna al respecto, incluye el legislador: “partiendo del reconocimiento de la publicidad del juego regulado, en tanto que legítima actividad de ocio y entretenimiento” o “la promoción del juego como actividad de ocio y entretenimiento”.
En segundo lugar, se establece que el Juego Responsable es un “conjunto de elementos configuradores de la oferta y del consumo del juego, como actividad de ocio y entretenimiento, que propician y reflejan una decisión racional, informada y sensata por parte de los consumidores, y conducen a reducir el riesgo de juego desordenado, problemático, compulsivo o patológico”, algo que, por cierto, es absolutamente falso.
Como veremos luego, esta sandez ya ha sido desmentida por la propia realidad.
Obviamente dicho proyecto también incluye algunas (mínimas) restricciones, básicamente relacionadas con las líneas rojas de los menores y autoexcluidos; faltaría más. Pero, al partir de la premisa falsa, impuesta por los casinos, del juego como ocio, carece de valor alguno para regular eficazmente la promoción de estos servicios, pecando de permisivo.
La propia DGOJ, para que no quepa duda alguna sobre su posicionamiento, ha adoptado el lema de las casas de apuestas como propio, y así lo refleja en su web con un banner de considerables dimensiones.
Curiosamente la DGOJ ha elaborado un >Test de JuegoResponsable< donde responder que juegas para evadirte de algún problema, es motivo suficiente para suspender el mismo.
Empiezan a copiar y pegar sin sentido alguno para confundir a los lectores, y al final acaban por confundirse ellos mismos.
Jugar para evadirse es malo en el Test de Juego Responsable, y bueno en la Estrategia de Juego Responsable. Esta incoherencia la apunto a título meramente anecdótico, y para que veáis la credibilidad real que tienen estos individuos. No tienen ni idea de lo que dicen.
b) Se habla de que el juego parece ser una actividad estrechamente vinculada a los valores sociales, citando las rifas benéficas. Los actos benéficos (bajo la forma de rifa, cena,…), donde lo fundamental es la causa a la que se pretende ayudar, es obvio nada tienen que ver con la prestación de servicios de juego a cambio de dinero, pero lo dejan caer, y si cuela, cuela.
Comparar las bondades de un evento altruista, con jugar a la ruleta, es simplemente ridículo.
c) Se afirma que “para muchas personas, el juego es una actividad de ocio y un agradable entretenimiento. Para algunos, sin embargo, la participación en juegos puede conllevar problemas”, sugiriendo (y repito que no por casualidad) la misma distinción falsa y carente de todo fundamento, que proponían las casas de apuestas, oponiendo juego como ocio y juego que causa problemas, cuando considerar el juego (apuestas) como ocio es lo que puede desencadenar con mayor facilidad dichos problemas.
La consideración del juego como ocio solo está justificada en el caso de los juegos en los que no media interés, pero nunca en la prestación de servicios de juego (apuestas, poker, casino, bingo,…) por parte de empresas, que es lo único que debe regular la DGOJ.
Jugar CON dinero, siempre debe hacerse POR dinero (siendo muy consciente de que también se puede perder). Nunca se debe olvidar que jugar CON dinero siempre supone un riesgo, y no ha de tomarse a la ligera.
Hay que recordar que la Ley del Juego, como dice en su preámbulo, surge fundamentalmente de la necesidad de regular el creciente mercado del juego online, por lo que no tiene sentido que el Regulador divague sobre otros temas que no les competen, y además los aproveche para intentar argumentar sus incomprensibles decisiones.
No voy a detenerme más en ese tema, pero sería muy conveniente dejar de referirse a este sector como “del juego”, por ser un concepto demasiado ambiguo y genérico. Tal vez “sector de las apuestas” sería más apropiado, para no dar pie a malintencionados equívocos.
De hecho durante casi todo el artículo utilizo los términos casas de apuestas o casinos para referirme al conjunto de las empresas del sector (salas de poker, bingos, casinos y casas de apuestas), ya que citar las cuatro en cada párrafo haría la lectura mucho menos fluida, y empresas del sector del juego no me parece lo más adecuado como acabo de explicar. Iba a utilizar solo casas de apuestas, pero quedaba muy repetitivo, y he alternado esta denominación con casinos. Pequeñas “licencias literarias” para hacer más amena la narración, sin desvirtuar el contenido.
2.- En el Proyecto de Real Decreto de Comunicaciones Comerciales de las Actividades de Juego y de Juego Responsable, publicado también en la web oficial de la >DGOJ<, no es más que un burdo intento de dotar de rango legal a los retorcidos y perjudiciales eslóganes de las casas de apuestas.
Como acabamos de analizar pormenorizadamente el tema, simplemente voy a citar un par de párrafos, para que veáis que es más de lo mismo, y que inciden en la misma falacia.
En primer lugar se constata que la forzada asociación de juego y diversión, no es casual, y lo único que pretende es legitimar excesos publicitarios que nunca se deberían permitir.
Estas son algunas de las perlas que, para que no quepa duda alguna al respecto, incluye el legislador: “partiendo del reconocimiento de la publicidad del juego regulado, en tanto que legítima actividad de ocio y entretenimiento” o “la promoción del juego como actividad de ocio y entretenimiento”.
En segundo lugar, se establece que el Juego Responsable es un “conjunto de elementos configuradores de la oferta y del consumo del juego, como actividad de ocio y entretenimiento, que propician y reflejan una decisión racional, informada y sensata por parte de los consumidores, y conducen a reducir el riesgo de juego desordenado, problemático, compulsivo o patológico”, algo que, por cierto, es absolutamente falso.
Como veremos luego, esta sandez ya ha sido desmentida por la propia realidad.
Obviamente dicho proyecto también incluye algunas (mínimas) restricciones, básicamente relacionadas con las líneas rojas de los menores y autoexcluidos; faltaría más. Pero, al partir de la premisa falsa, impuesta por los casinos, del juego como ocio, carece de valor alguno para regular eficazmente la promoción de estos servicios, pecando de permisivo.
La propia DGOJ, para que no quepa duda alguna sobre su posicionamiento, ha adoptado el lema de las casas de apuestas como propio, y así lo refleja en su web con un banner de considerables dimensiones.
“Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”.
Aquí hay que poner la lupa en el papel que juegan los grandes (y muchos de los no tan grandes) medios de comunicación, por acción y por omisión.
Algunos de ellos incluso tienen sus propias casas de apuestas, por lo que en estos casos es evidente que jamás publicarán ninguna noticia desfavorable, y que promocionarán desaforadamente su propia marca. No requiere mayor explicación.
Pero en los casos en los que no tienen participación directa en las casas de apuestas, tampoco parece que puedan informar con total libertad, puesto que estas casas de apuestas invierten una gran cantidad de dinero en publicidad. Y no hay muchos medios de comunicación que estén dispuestos a comprometer esta importante fuente de ingresos, por publicar o emitir informaciones contrarias a los intereses de los casinos.
Es curioso como periodistas capaces de investigar tramas de corrupción o rastrear incluso donde se planta el trigo para fabricar determinadas barras de pan, no se atrevan a indagar sobre las casas de apuestas, su influencia en la Administración, sus prácticas absolutamente inmorales y de dudosa legalidad en muchos casos,...
Yo puedo llegar a aceptar que sea un tema menos apasionante que los casos Púnica, ERE, Pujol, Rato,…, pero no creo que sea menos interesante que investigar panaderías, por ejemplo (con todo el respeto para las panaderías). Resulta, cuando menos sospechoso, el silencio al respecto.
A esto hay que unir que no tienen miramientos a la hora de emitir cualquier anuncio que les propongan.
Por ejemplo, la emisión durante la tarde de anuncios de un bingo protagonizados por un escandaloso superhéroe, de colorida y llamativa vestimenta, con estética cuasi infantil/adolescente, aún siendo legal (por una de esas inexplicables decisiones del legislador), quizá debería ser rechazado por las cadenas, por inapropiado.
Parece que en este país prestar servicios profesionales a veces está reñido con la ética, y no debería ser así. Y no me vale la excusa de “están ahí para ganar dinero”, porque con ese argumentos se podrían justificar incluso las actividades de los grandes cárteles de la droga, cuya finalidad última también es lucrarse. Pero no todo vale, o esa es mi opinión.
“Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
Este
principio no merece mucho comentario, ya que cualquier persona que disponga de
televisor, ordenador, smartphone,…, ya se habrá percatado de que la publicidad
de las casas de apuestas no es un ejemplo de elegancia, refinamiento y buen
gusto. Es obvio que no pueden apelar a un componente racional, por lo que han
de recurrir a otro tipo de estímulos.
Fornidos
futbolistas, croupier/presentadoras de sugerentes escotes o estridentes superhéroes
dispuestos a rescatarnos del aburrimiento, son reclamos habituales. Y ya
algunos casinos te invitan directamente a “jugar y chatear”, caminando
inexorablemente a lo que amenaza con convertirse en un bochornoso “badoo
apuestil”.
Los
mismos que evitaban los relojes o las ventanas en las zonas de juego de sus antros para que el cliente perdiese la
noción del tiempo, hoy, en su versión online, tratan de distraer al jugador por
otras vías.
Pero
tampoco hay que ahuyentar a ningún usuario, y para que un exceso de
vulgarización no disuada a los potenciales clientes, como podéis ver, también destacan
que todo esto se hace con licencia del
Gobierno de España, con su correspondiente bandera y escudo, para
transmitir sensación de seguridad.
Si
Felipe II podía afirmar que en su imperio nunca se ponía el sol, hoy (con
Felipe VI reinando) podemos certificar que en nuestra bandera no da el sol, ya que
resulta físicamente imposible ubicada bajo esas enormes…ruletas. (Modo Matías
Prats off)
No
me malinterpretéis, yo no estoy en
contra de la diversión.
Estoy a favor de la diversión
espontánea de los
jugadores, una diversión que ha de estar (de forma natural) ligada a ganar, y
no a jugar simplemente.
Y
estoy totalmente en contra de la
diversión institucionalizada, como imposición. No necesito que nadie me
diga lo que me tiene que gustar o no, sobre todo si me quieren convencer de una
burda mentira ideada por las casas de apuestas, oficializada por la
Administración y difundida por los medios de comunicación.
Para
esa diversión que no cuenten conmigo. Llamadme subversivo si queréis, pero a mí
no me hace ninguna gracia perder, y nunca me la hará, por más que me lo
repitan.
Y
es que se le está perdiendo el respeto
al juego (apuestas), y conviene recordar, aunque resulte impopular y sea
malo para el negocio, que ese inofensivo y divertido pasatiempo arruina (en
mayor o menor grado) la vida de más de un 2% de la población. Algo que,
especialmente nuestros gobernantes, deberían tener en muy en cuenta.
Decía
Mark Twin que "es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han
sido engañados", y es posible que llegados a este punto aún no os haya
convencido del engaño masivo urdido por
las casas de apuestas, con la
complacencia (y he tenido que morderme la lengua para no decir connivencia) de la Administración, y con la colaboración de los medios de
comunicación.
Si
yo no he podido convenceros, dejaré que la cruda realidad hable por sí misma.
Resumiendo
mucho. El 1 de junio de 2012 entró
en vigor la Ley del Juego, con la finalidad principal de regular el juego online. A principios de 2013 se
crea el CAJR (donde nada menos que 6 operadores de juego parecen mangonear a su
antojo), se publica la nefasta Estrategia de Juego Responsable, la DGOJ crea
una web (para, básicamente, difundir eslóganes del agrado de las casas de
apuestas), se autorizan las slots,…
Es
decir, desde mediados de 2012 se vienen aplicando políticas de juego responsable, basadas (como hemos visto) en el criterio impuesto de los casinos.
¿Sabéis cual es el resultado?
Según
este >artículo<
del segundo semestre de 2015 “de cada 10 afectados, cinco son por máquinas
presenciales, dos por bingo y casino y tres por el juego online, lo que supone un aumento del 30 % de la ludopatía en la
red”. En el mismo también se detallaba que “los nuevos ludópatas del juego
en Internet tienen un perfil mucho más joven y cuentan con una formación
superior”, por lo que, dado el paulatino “rejuvenecimiento” que experimentan
los afectados, la tendencia no creo que mejore, si nuestros gobernantes no
cambian radicalmente su estrategia.
Pero
analizando el gráfico (elaborado con los datos de la DGOJ y la Asociación
catalana de adicciones sociales) que ilustra este artículo de El Economista,
los datos, de ser exactos, resultan aún más preocupantes.
Entre
los años 2000 y 2012, cuando ya se jugaba mucho a través de internet (las casas
de las que provienen las actuales “.es”, las casas asiáticas, las cruzadas y el
poker sin restricciones nacionales,…), la incidencia de la ludopatía en los
jugadores online representaba un porcentaje
poco significativo (inferior al 10%) con respecto al total de afectados, de
forma que ni siquiera aparece en el gráfico.
Entre los años 2013 y 2015, tras la campaña intensiva de adoctrinamiento, por parte de casinos, AAPP y medios de comunicación, para concienciarnos del “juego como ocio”, la ludopatía en jugadores online ha crecido exponencialmente, pasando casi de la nada al 30%. Ha supuesto aproximadamente un 30% de aumento en la representación sobre el total, pero el crecimiento de los afectados por problemas con el juego en internet, en sí, ha sido colosal.
¡Qué sorpresa! Aplicar las recetas de las casas de apuestas, no solo no ha conseguido reducir la incidencia de la ludopatía online, sino que ha supuesto un notable incremento.
A mí no me sorprende, de hecho me parece la consecuencia lógica de que sean los casinos quienes (realmente) dicten la política de juego (supuestamente) responsable, aunque las firmen otros.
Poner al zorro a vigilar el gallinero, nunca ha dado buenos resultados. Conceder 6 asientos en el CAJR a las empresas que más se beneficiarían de un incremento de la ludopatía, no parece la idea más brillante de nuestros gobernantes para intentar paliarla.
¿Qué motivación tienen estos 6 miembros de las casas de apuestas para intentar reducir el porcentaje de adictos? Presidentes de casas de apuestas manifestando que la ludopatía es un cuento chino, operadores que abanderan el juego responsable que solo están interesados en expulsar a los clientes que ganan dinero,… Es inconcebible que sean el colectivo mayoritario en el CAJR.
¿Dónde se gastan el dinero los ludópatas? En las casas de apuestas. Venga, pues encarguemos a estas que nos digan cómo reducir su número, ¿qué puede salir mal?
Es esperpéntico, lo mires por donde lo mires. La implicación de los casinos en el desarrollo de las políticas de juego responsable, debe limitarse al cumplimiento estricto de las leyes que otros dicten, y no a la elaboración de dichas leyes. Lo contrario es un sinsentido.
Si considerar el juego como ocio es algo irracional y absurdo, como hemos visto, ¿cuál sería la alternativa razonable? Pues darle un enfoque lógico, como el que le daría cualquier persona mínimamente sensata.
En primer lugar, hay que considerar el juego (las apuestas) como un medio, y no como un fin en sí mismo. Partiendo de esta premisa básica se puede abordar una verdadera política de Juego Responsable.
La concepción finalista del juego (apuestas como ocio), eleva el riesgo de padecer trastornos relacionados con el juego (y no lo reduce como asegura el Regulador).
Si yo le digo a alguien que disfrute, independientemente de que gane o pierda, que la diversión y emoción radica en apostar simplemente, ¿qué motivo tendrá para dejar de jugar? Todo el mundo quiere divertirse, y cuanto más mejor (es un rasgo común a todos los seres humanos, salvo algún caso aislado). Si el juego no tiene una finalidad más allá del mero entretenimiento, es difícil encontrar un motivación para dejarlo, aunque se esté perdiendo mucho dinero, ya que el juego está cumpliendo la función que el cliente espera de él, que es proporcionar diversión.
Sin embargo entender el juego, como un simple medio para ganar dinero (siendo consciente de que también se puede perder), apostando de forma racional, no emocional, con cierta desafección, haría que quien no consiguiese ganar dinero, fuese perdiendo paulatinamente el interés por seguir jugando.
A esta persona el juego no le proporciona una satisfacción especial, y si no le sirve para lograr el fin que pretende, no tendría motivación para seguir.
Obviamente podría haber jugadores que llegasen a obsesionase con la idea de ganar dinero, desarrollando problemas de juego compulsivo, pero serían muchos menos que con la actual concepción lúdica que se da a las apuestas (y las imprescindibles restricciones publicitarias ayudarían a minimizar el número de estos casos).
En la actualidad hay personas adineradas que tienen problemas de adicción al juego; está claro que ellos no buscan ganar dinero (puesto que ya lo tienen), lo que buscan es ese ideal de emoción y diversión que nos “venden” los casinos y la propia Administración. Esta es un buen ejemplo de que no es la idea de ganar dinero la que puede llevar con más facilidad a la adicción, sino el soslayar deliberadamente los riesgos de esta actividad, bajo ese manto de emoción y diversión a raudales que nos proponen.
Cuando se juega con dinero, jamás se debe considerar el juego como un mero entretenimiento. Jamás. Y quién diga lo contrario, miente.
Cuando se juega con dinero, solo debe hacerse por dinero, y sin olvidar el riesgo que supone. Este es un axioma incuestionable.
Cuando se juega sin dinero, puede hacerse por ocio, diversión, entretenimiento,…
En segundo lugar, y como consecuencia de abandonar la concepción del juego (apuestas) como ocio, hay que asumir que al tratarse de una actividad potencialmente tan adictiva, tiene que ver muy restringidas sus posibilidades de promocionarse. Le pese a quien le pese, tiene que ser así.
El proyecto de ley cuya tramitación lleva paralizada casi un año, presenta demasiadas carencias para ser realmente útil a este respecto, por lo que se necesitaría uno nuevo.
Podría extenderme más, pero ninguno de los implicados tiene el más mínimo interés en aplicar medidas realmente eficaces. Solo partiendo de estos conceptos básicos, se podría desarrollar una normativa con posibilidades reales de disminuir los efectos negativos del juego; mientras la DGOJ se limite a adoptar las medidas propuestas por las casas de apuestas, no se conseguirán avances importantes en este terreno.
La semana pasada precisamente se auto concedían los premios del sector. Este año ha quedado vacante (no había nominados, ni finalistas) la categoría de “Mejor iniciativa de juego responsable”.
Con lo que hemos visto, podría haberse considerado una provocación innecesaria entregar dicho premio. Menudo compromiso para el ganador, ¿cuál habría sido su discurso de agradecimiento? Os imagináis algo así como: Nos congratulamos por haber conseguido un 22% más de ludópatas en nuestro casino, gracias Carlos (Hernández), contigo empezó todo. Y el auditorio puesto en pie aplaudiendo a rabiar…
Y es que el año pasado, fue precisamente la DGOJ (del ínclito Carlos Hernández) quien recibió dicho premio, por crear una web, en la que, básicamente, sugiere que son los clientes los máximos culpables de sus problemas con el juego, obviando casi por completo la responsabilidad de los casinos (desde tiempo inmemorial) en el fomento de la ludopatía.
También aprovechan la web para hacer el ridículo evidenciando su atroz desconocimiento, como con su último video, donde promocionan la autoexclusión usando una imagen del boleto de la Quiniela, que no está sujeta a dicha autoexclusión y cuyo potencial adictivo además es infinitamente menor que las slots (por ejemplo).
Algún día podrían exponer alguna idea “revolucionaria”, como que la exagerada promoción que hacen las casas de apuestas de sus servicios es la principal causa del aumento de los problemas relacionados con el juego. Aunque esto podría enfadar a sus “jefes”, así que supongo seguirán haciendo hincapié en la “educación” de los clientes, en lugar de controlar la publicidad.
La educación del cliente como medida complementaria es correcta, pero como eje principal de la política de juego responsable es absolutamente insuficiente.
Dado que dicho premio solo se concedió en el año 2015 (ni antes ni después hay rastro del mismo), también podemos interpretar, que las casas de apuestas crearon esta categoría expresamente para agradecer al Regulador “los servicios prestados”. Supongo que llamaron a esta categoría Iniciativa de Juego Responsable, porque resultaba menos embarazoso que conceder el trofeo al Director General más alto, más guapo y más listo del mundo, y que menos controla a las empresas que debe vigilar e inspeccionar.
Esto hace que sea aún más curioso que las empresas que no han introducido ninguna iniciativa mínimamente destacable por la que se puedan auto premiar, sean mayoría en el CAJR.
Ya para finalizar, si has llegado hasta aquí quiero agradecerte el tiempo dedicado a esta lectura, y espero que seas una de esas “personas que no se conforman con la ortodoxia, que tienen ideas propias”, por citar de nuevo a Aldous Huxley (esta vez textualmente) para cerrar este artículo.
Entre los años 2013 y 2015, tras la campaña intensiva de adoctrinamiento, por parte de casinos, AAPP y medios de comunicación, para concienciarnos del “juego como ocio”, la ludopatía en jugadores online ha crecido exponencialmente, pasando casi de la nada al 30%. Ha supuesto aproximadamente un 30% de aumento en la representación sobre el total, pero el crecimiento de los afectados por problemas con el juego en internet, en sí, ha sido colosal.
¡Qué sorpresa! Aplicar las recetas de las casas de apuestas, no solo no ha conseguido reducir la incidencia de la ludopatía online, sino que ha supuesto un notable incremento.
A mí no me sorprende, de hecho me parece la consecuencia lógica de que sean los casinos quienes (realmente) dicten la política de juego (supuestamente) responsable, aunque las firmen otros.
Poner al zorro a vigilar el gallinero, nunca ha dado buenos resultados. Conceder 6 asientos en el CAJR a las empresas que más se beneficiarían de un incremento de la ludopatía, no parece la idea más brillante de nuestros gobernantes para intentar paliarla.
¿Qué motivación tienen estos 6 miembros de las casas de apuestas para intentar reducir el porcentaje de adictos? Presidentes de casas de apuestas manifestando que la ludopatía es un cuento chino, operadores que abanderan el juego responsable que solo están interesados en expulsar a los clientes que ganan dinero,… Es inconcebible que sean el colectivo mayoritario en el CAJR.
¿Dónde se gastan el dinero los ludópatas? En las casas de apuestas. Venga, pues encarguemos a estas que nos digan cómo reducir su número, ¿qué puede salir mal?
Es esperpéntico, lo mires por donde lo mires. La implicación de los casinos en el desarrollo de las políticas de juego responsable, debe limitarse al cumplimiento estricto de las leyes que otros dicten, y no a la elaboración de dichas leyes. Lo contrario es un sinsentido.
Si considerar el juego como ocio es algo irracional y absurdo, como hemos visto, ¿cuál sería la alternativa razonable? Pues darle un enfoque lógico, como el que le daría cualquier persona mínimamente sensata.
En primer lugar, hay que considerar el juego (las apuestas) como un medio, y no como un fin en sí mismo. Partiendo de esta premisa básica se puede abordar una verdadera política de Juego Responsable.
La concepción finalista del juego (apuestas como ocio), eleva el riesgo de padecer trastornos relacionados con el juego (y no lo reduce como asegura el Regulador).
Si yo le digo a alguien que disfrute, independientemente de que gane o pierda, que la diversión y emoción radica en apostar simplemente, ¿qué motivo tendrá para dejar de jugar? Todo el mundo quiere divertirse, y cuanto más mejor (es un rasgo común a todos los seres humanos, salvo algún caso aislado). Si el juego no tiene una finalidad más allá del mero entretenimiento, es difícil encontrar un motivación para dejarlo, aunque se esté perdiendo mucho dinero, ya que el juego está cumpliendo la función que el cliente espera de él, que es proporcionar diversión.
Sin embargo entender el juego, como un simple medio para ganar dinero (siendo consciente de que también se puede perder), apostando de forma racional, no emocional, con cierta desafección, haría que quien no consiguiese ganar dinero, fuese perdiendo paulatinamente el interés por seguir jugando.
A esta persona el juego no le proporciona una satisfacción especial, y si no le sirve para lograr el fin que pretende, no tendría motivación para seguir.
Obviamente podría haber jugadores que llegasen a obsesionase con la idea de ganar dinero, desarrollando problemas de juego compulsivo, pero serían muchos menos que con la actual concepción lúdica que se da a las apuestas (y las imprescindibles restricciones publicitarias ayudarían a minimizar el número de estos casos).
En la actualidad hay personas adineradas que tienen problemas de adicción al juego; está claro que ellos no buscan ganar dinero (puesto que ya lo tienen), lo que buscan es ese ideal de emoción y diversión que nos “venden” los casinos y la propia Administración. Esta es un buen ejemplo de que no es la idea de ganar dinero la que puede llevar con más facilidad a la adicción, sino el soslayar deliberadamente los riesgos de esta actividad, bajo ese manto de emoción y diversión a raudales que nos proponen.
Cuando se juega con dinero, jamás se debe considerar el juego como un mero entretenimiento. Jamás. Y quién diga lo contrario, miente.
Cuando se juega con dinero, solo debe hacerse por dinero, y sin olvidar el riesgo que supone. Este es un axioma incuestionable.
Cuando se juega sin dinero, puede hacerse por ocio, diversión, entretenimiento,…
En segundo lugar, y como consecuencia de abandonar la concepción del juego (apuestas) como ocio, hay que asumir que al tratarse de una actividad potencialmente tan adictiva, tiene que ver muy restringidas sus posibilidades de promocionarse. Le pese a quien le pese, tiene que ser así.
El proyecto de ley cuya tramitación lleva paralizada casi un año, presenta demasiadas carencias para ser realmente útil a este respecto, por lo que se necesitaría uno nuevo.
Podría extenderme más, pero ninguno de los implicados tiene el más mínimo interés en aplicar medidas realmente eficaces. Solo partiendo de estos conceptos básicos, se podría desarrollar una normativa con posibilidades reales de disminuir los efectos negativos del juego; mientras la DGOJ se limite a adoptar las medidas propuestas por las casas de apuestas, no se conseguirán avances importantes en este terreno.
La semana pasada precisamente se auto concedían los premios del sector. Este año ha quedado vacante (no había nominados, ni finalistas) la categoría de “Mejor iniciativa de juego responsable”.
Con lo que hemos visto, podría haberse considerado una provocación innecesaria entregar dicho premio. Menudo compromiso para el ganador, ¿cuál habría sido su discurso de agradecimiento? Os imagináis algo así como: Nos congratulamos por haber conseguido un 22% más de ludópatas en nuestro casino, gracias Carlos (Hernández), contigo empezó todo. Y el auditorio puesto en pie aplaudiendo a rabiar…
Y es que el año pasado, fue precisamente la DGOJ (del ínclito Carlos Hernández) quien recibió dicho premio, por crear una web, en la que, básicamente, sugiere que son los clientes los máximos culpables de sus problemas con el juego, obviando casi por completo la responsabilidad de los casinos (desde tiempo inmemorial) en el fomento de la ludopatía.
También aprovechan la web para hacer el ridículo evidenciando su atroz desconocimiento, como con su último video, donde promocionan la autoexclusión usando una imagen del boleto de la Quiniela, que no está sujeta a dicha autoexclusión y cuyo potencial adictivo además es infinitamente menor que las slots (por ejemplo).
Algún día podrían exponer alguna idea “revolucionaria”, como que la exagerada promoción que hacen las casas de apuestas de sus servicios es la principal causa del aumento de los problemas relacionados con el juego. Aunque esto podría enfadar a sus “jefes”, así que supongo seguirán haciendo hincapié en la “educación” de los clientes, en lugar de controlar la publicidad.
La educación del cliente como medida complementaria es correcta, pero como eje principal de la política de juego responsable es absolutamente insuficiente.
Dado que dicho premio solo se concedió en el año 2015 (ni antes ni después hay rastro del mismo), también podemos interpretar, que las casas de apuestas crearon esta categoría expresamente para agradecer al Regulador “los servicios prestados”. Supongo que llamaron a esta categoría Iniciativa de Juego Responsable, porque resultaba menos embarazoso que conceder el trofeo al Director General más alto, más guapo y más listo del mundo, y que menos controla a las empresas que debe vigilar e inspeccionar.
Esto hace que sea aún más curioso que las empresas que no han introducido ninguna iniciativa mínimamente destacable por la que se puedan auto premiar, sean mayoría en el CAJR.
Ya para finalizar, si has llegado hasta aquí quiero agradecerte el tiempo dedicado a esta lectura, y espero que seas una de esas “personas que no se conforman con la ortodoxia, que tienen ideas propias”, por citar de nuevo a Aldous Huxley (esta vez textualmente) para cerrar este artículo.
Buenos días, y buena suerte
Enorme artículo, te felicito.
ResponderEliminarEsta tarde le volveré a echar un ojo más detalladamente porque lo merece.
Gracias, me alegro de que te guste.
EliminarSí, soy consciente de que me ha quedado un poco extenso, y que puede requerir alguna relectura, pero es un tema que quería tratar en detalle.
Saludos, y suerte
Menudo curro te has pegado, impecable. Felicitaciones.
ResponderEliminarMe ha costado un poco publicarlo, porque no sabía si sería mejor dividirlo, pero finalmenté de decanté por este formato.
EliminarMuchas gracias, me alegro de que te guste.
Saludos, y suerte
Enorme trabajo, miles de felicitaciones y de gracias por tu altruismo.
ResponderEliminarEste artículo es digno de publicar en algún medio de comunicación de tirada nacional, siempre y cuando no esté dicho medio "huntado" por el poderio de las casas de apuestas.
Me quedo sin palabras ante la gran currada que te has metio, espero que tengan calado en alguien y sobretodo que tengan una gran repercusión...
Enhorabuena
Gracias a ti por tener la paciencia de leerlo. Hoy en día con dinero e influencia se puede engañar a mucha gente, y las bookies tienen el uno y la otra en grandes cantidades.
EliminarA ver si algún día, alguien en la Administración, toma medidas.
Saludos, y suerte
Transcribo palabra por palabra lo publicado....grandísimo trabajo.
ResponderEliminar¿Cómo será posible cambiar todo esto y crear una atmosfera de apuestas beneficiosa para los usuarios?
Hay que confiar en que algún día la Administración (la DGOJ en concreto) decida desempeñaar el papel de Regulador del sector que le corresponde, o que alguna casa de apuestas decida abandonar estás prácticas despreciables.
EliminarNinguna de las cosas es fácil, y no sé qué pasará antes... pero espero que algún día ocurra.
Saludos, y suerte
He puesto en venta mi sentido comun en wallapop ...lo cambio por un puesto en la DGOJ.. Lo mas desalentador de todo esto es que los mismos que tiene q supervisar se han posicionado claramente... La razon la han tirado por el wc y el punto mas importante de todo lo que has dicho es justo lo que sucede con los medios de comunicacion, que se dan golpes de pecho destapando tramas etc...pero que callan cuando les pagas por la publicidad. Deberiamos unirnos y hacer algo a este respecto, si alguien tiene alguna idea auqnue no sea brillante con que arroje un poquito de luz nos vale... un saludo a todos y en especial a ti Rosberg que te has marcado un articulo que deja en pelotas este chanchullo .., yo de ser una casa de apuestas te ofreceria un contrato para que cerraras la web... tiempo al tiempo amigo..recuerda que si no puedes con tu enemigo .. compralo!!
ResponderEliminarEs muy complicado cambiar la situación, porque tienen dinero e influencia.
EliminarQue la propia DGOJ, que debe controlarlos y tiene la potestad sancionadora, avale estas prácticas, hace que cualquier cambio sea más lento y difícil.
Espero que algún día esto cambie, pero no sé cuando será.
Saludos, y suerte
Al hilo de todo el tema... esto se solucionará tarde o temprano con la llegada de la liquidez internacional o por lo menos europea y como no la mayor liquidez que derivará en el exchange.
ResponderEliminarDebemos pensar que los países con mayor tradición en esto de las apuestas no existe, o por lo menos que yo sepa, ningún tipo de jurisprudencia con respecto a limitaciones de cuentas de usuarios, más allá de algunos artículos británicos http://www.bbc.com/news/business-34550617
http://www.theguardian.com/global/2015/aug/02/betting-horses-gambling-bookmakers-accounts-closed
http://www.soccerwidow.com/football-gambling/betting-knowledge/betting-advice/bookmakers/why-do-bookmakers-ban-their-customers-close-accounts-or-limit-stakes/ y podría seguir... y eso que allí llevan toda la vida. Pero claro , si tenemos en cuenta la existencia de mucha más oferta ( asiáticas y exchange ) e incluída la tan ansiada liquidez pues el círculo se cierra y todos contentos.
De nuevo mil gracias a Rosberg por toda su trayectoria y trabajo.
Gracias por tu comentario.
EliminarOjalá algún día se solucione, pero, de momento, tenemos pocas casas,..., y malas.
Y también espero que lo tuyo con Hacienda se solucione. El otro día salió un tema parecido en Twitter, que se había resuelto favorablemente.
Saludos, y suerte
Genial el artículo. Las insensateces que menciones tristemente están presentes en otros muchos sectores de nuestro país. Hay que acabar con este mamoneo (por no decir mafia) de una vez por todas. No puede ser que 6 tengan el chiringo montado engañando al resto con la complicidad del gobierno y de los medios.
ResponderEliminarYo hablo del sector que más conozco (y he intentado reflejarlo lo mejor posible en el artículo), pero cosas similares podrían ocurrir en otros ámbitos.
EliminarBuenas Rosberg,
ResponderEliminar¿Sería legal competir en páginas hospeadas en paraísos fiscales como Irlanda, Malta,...?
Vamos, me creo una cuenta fuera, compito, gano y lo que quiera sacar lo saco en una tarjeta libre de impuestos y a correr.
¿España podría demandar al operador si facilita una conexión VPN para saltarte el .es? ¿Qué leyes europeas podrían permitirlo? Cada país tiene sus reglas y cada uno barre para casa.
¿Qué manera podría verse perjudicado el Operador?
Saludos y gracias!
Hay gente que apuesta en ".com" desde España, pero si ganas deberías declarar dichas ganancias. En caso contrario, Hacienda podría reclamarte posteriormente.
EliminarLas casas tienen obligación de comprobar la IP, pero no sé si pueden detectar si te conectas desde una conexión VPN (creo que no tienen obligación).
Si una ".com" presta servicios a clientes que se conectan desde IP española, podrían ser sancionadas (otra cosa es que luego se consiga cobrar).
Saludos, y suerte
Gracias Hornet por la respuesta.
EliminarA ver que os parece lo siguiente idea:
Juego online de poker sin dinero real hospeada en Irlanda (página web A) y otra pagina web (B) donde inscribirte para quedar y recibir el dinero real de las apuestas realizadas en (B) pero jugadas en (A).
Jugar al poker con dinero ficticio sería un entretenimiento y por ello no se le podría sancionar, no? aunque en verdad las fichas con las que juegas sí tienen un valor en la página B ganes/pierdas.
¿Se podría de esta manera saltarse el filtro del .es?
Lo único que habría que hacer es extender la web (A) y (B) a todos los jugadores de poker online (.com) para que las partidas sean más continuadas.
Sino, lo más fácil sería que los operadores facilitaran una conexión VPN y así cada uno barre para casa (jugador y operador) :)
Saludos!
Sinceramente no sé a qué te refieres exactamente con ese "montaje" de Poker.
EliminarSi ganas dinero, y lo declaras, no creo que tengas problema. Si no podrías recibir alguna carta de Hacienda dentro de unos años (como les ha ocurrido a muchos jugadores de las ".com").
La sala de poker, en caso de permitir jugar desde IP española, podrían tener problemas. Desde conexión VPN no sé si las casas tienen que obligación de detectarlo.
Saludos, y suerte
Buenos dias y enhorabuena por la pagina.¿Alguien sabe algo de www.lauraguillot.com ? hace ya meses que no escribe nada.gracias
ResponderEliminarGracias, me alegro de que te guste el blog.
EliminarRespecto a Laura Guillot no sé el motivo por el que no publique últimamente, en twitter también hace algo más de un mes que no tuitea. Espero que vuelva pronto.
Saludos, y suerte
Soy el chico que te envió la consulta por email. Me he puesto a hacer una web http://comoganarynoperderdinero.blogspot.com.es/ por ahora está en construcción pero ya he comprado el dominio.
ResponderEliminarSaludos.
Por cierto, sí puedes envíame como insertar una barra como la tuya para las diferentes secciones del blog.
ResponderEliminarGran trabajo! ( Ya te enlazo ahora )
Hola.
EliminarMe alegro de que te guste el blog. Ahora mismo no recuerdo cómo coloqué la barra, pero si me envías un email intentaré responderte en cuanto pueda.
Saludos, y suerte
Hola, enhorabuena por el blog, a mí en PAF, no me han devuelto el bono q tanto promocionan de 20 euros si fallas apuesta, ya han pasado más de 72 horas y las escusas q dan son de lo más estúpidas, dicen q no van a solucionarme el tema o no saben, que eso depende de promociones, lamentable, que no os estafen, igual me lo devuelven pero incumplen el plazo máximo de 72 horas, el cabreo y que se rían de ti a la cara no tiene precio, saludos
ResponderEliminarEs de lo peor que hay esa casa, y su atención al cliente pésima.
EliminarTendrán que acabar pagándote esos 20 € del bono inicial (y si no se podría demandar para cobrar tu dinero), pero la sensación que dejan en el cliente no anima a seguir apostando ahí.
Saludos, y suerte